miércoles, 28 de mayo de 2014

JUGANDO CON LA COMETA














Historia de la cometa
En 1752 Benjamín Franklin hizo su famoso experimento del rayo y la cometa
Si ahora os digo que los rayos son una descarga eléctrica me diréis: ¡ya lo sé! A veces, lo que tenemos muy interiorizado nos cuesta trabajo ver que no ha sido siempre así. Al menos a mí me pasa. Así que a mi me sorprende pensar que en 1750 no se supiera qué eran los rayos... Me sorprende pero es verdad.
Fue Benjamín Franklin quien planteó la naturaleza eléctrica de los rayos.
¿Os imagináis a unos seres humanos, como los egipcios o griegos, que miran al cielo y ven rayos y oyen truenos? ¿Cómo lo explican? ¿Quién o qué produce esos fogonazos y esos ruidos? ¿Y por qué el ruido viene mucho después del fogonazo?
¿Os extraña que pensasen en dioses, en fraguas de Vulcano, en iras de Júpiter y cosas así?
Toda tormenta eléctrica para mi es sobrecogedora, pero mucho más lo sería si no supiera lo que era.
Franklin no sólo postuló el origen eléctrico de los rayos, sino que hizo experiencias que lo demostraban, dicho sea de paso experiencias muy peligrosas; pero él no lo sabía.
Lo que hizo fue lanzar una cometa en mitad de una tormenta. Creo que todos hemos visto un cuadro con su imagen lanzando la cometa:


La cometa era de seda para que resistiese la humedad.


En su parte más alta iba una punta metálica para atraer la electricidad, pues había observado que la botella de Leyden (explicada más abajo) se descargaba más rápidamente si había un conductor terminado en punta.


El cordel que la sujetaba también era de seda.


Mientras estaba seco (el cordel) no pasaba nada, pero al mojarse se hacía conductor de la electricidad. Franklin ponía el cordel atado a una llave. En la llave se veía fluir la electricidad, por ejemplo, al acercar la mano saltaban chispas. Franklin logró encender alcohol con esas chispas.

 
La descripción de su experiencia fue publicada en The Pennsylvania Gazatte del 19 de Octubre de 1752 y decía lo siguiente:
"Fabriqué una pequeña cruz con dos tiras delgadas de cedro. Los brazos de la misma deben tener la suficiente longitud como para abarcar las cuatro esquinas de un pañuelo de seda extendido; ate las esquinas del pañuelo a cada uno de los extremos de la cruz y ya tiene el cuerpo de una cometa que, convenientemente completado con una cola, una anilla y cordel, se elevara por los aires, al igual que los que se confeccionan con papel; claro que al ser seda aguantará mejor, sin rasgarse, una tormenta de agua y viento. En el extremo superior del palo longitudinal de la cruz se fija una punta metálica muy afilada, que debe sobresalir un pie, o más, de la madera. En el extremo inferior del cordel, próximo a la mano, debe atarse una cinta de seda, y se puede atar una llave donde se une aquél y la cinta. Esta cometa debe remontarse cuando se aviste una tormenta eléctrica, y la persona que sostenga la cuerda debe situarse en el vano de una puerta o ventana, o bajo algún otro lugar cubierto, con el fin de que no se moje la cinta de seda; también debe procurar que la cuerda no roce el marco de la puesta o la ventana. Tan pronto como se ciernan sobre la cometa algunas nubes tormentosas, la aguzada punta atraerá el fuego eléctrico que hay en ellas, y la cometa, al igual que la cuerda, quedará electrizada, y las hilachas del cordel se erizarán y experimentarán la atracción de un dedo que se les acerque. Y cuando la lluvia haya mojado la cometa y la cuerda, quedando en condiciones de conducir libremente el fuego eléctrico, comprobará que fluye con abundancia de la llave en la proximidad de su articulación. En esta llave se puede cargar la redoma y con el fuego eléctrico así obtenido se pueden inflamar los alcoholes y se pueden realizar todos los demás experimentos eléctricos que generalmente requieren el frotamiento de un tubo de cristal; por lo tanto, queda demostrada sin lugar a dudas la identidad de la materia eléctrica del rayo."


La redoma a la que se refiere es a un primitivo condensador del tipo de “botella de Leyden”
Traduzcamos a un lenguaje un poco más actual lo que hizo. Franklin había estado trabajando con botellas de Leyden, que nos son otras cosa que una botella, o un matraz, que tiene una placa metálica en su interior y otra en su exterior. Las dos paralelas y que por tanto forman lo que hoy llamamos un condensador. El condensador guarda la electricidad. La parte interior lleva un conductor que sale al exterior por la boca de la botella y, normalmente termina en una bola metálica.
Al descargarse, por ejemplo por acercarle una barra metálica, saltaban chispas. Eso se sabía, pero a Franklin le pareció que eran rayos, que lo que ocurría en una tormenta eléctrica era lo mismo.
Para demostrarlo puso la cometa, con su punta eléctrica, y en la otra punta del cordel puso una llave, al acercar la mano saltaban chispas. Las fibras de hilo se erizaban por la corriente. Acercando la llave cargó una botella de Leyden. La cargó, con lo que quedó demostrado que en las tormentas había electricidad.
La punta en la cometa es porque Franklin había descubierto el llamado efecto punta. Poniendo un objeto metálico afilado, la botella de Leyden se descargaba antes.
Tal como he dicho más arriba, varios investigadores lo intentaron con posterioridad y algunos murieron. Por ejemplo, en 1753 moría por esta causa el ruso Georg Wilhem. El experimento es muy peligroso. Pienso que la razón de que Franklin no muriera está por un lado en la suerte y por otro en la precaución de mantener la punta del hilo seca el mayor tiempo posible.
Una vez probado que el rayo era de naturaleza eléctrica, Franklin propuso descargar las nubes mediante una cometa conductora con una punta... o lo que es equivalente, una barra metálica larga y terminada en punta en la parte más alta de los edificios, que condujera la electricidad hasta la tierra.
Lo publicó en 1753 en su famoso “Almanaque del pobre Richard”.
¿Os suena una punta metálica larga en lo alto de los edificios con un conductor que se conecta a tierra? Sí, claro: eso se llama pararrayos.
Con este experimento de la cometa Franklin inventó el pararrayos.
Estas notas fueron publicadas en la revista Ciencia 15 .





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